25/5/09

ACORDES (Del poemario Musas Hiperactivas)


Acordes afinados componen melodías tenues descifradas en el lienzo,
suena el sutil punteo que devasta la figura en ciernes.
Apuntes disonantes se acompasan a ritmo frenético,
el pulso acelerado se ensambla en un esbozo fugaz.


Modela su escultura música sagrada,
la luz del espacio se materializa,
la figura cálida se derrite en mis manos,
el sonido se apaga lentamente.


La musa liviana ha quedado suspendida,
redobles insistentes anuncian la creación.
Surge impoluta su porcelana,
el nacimiento de Venus bautiza la imagen.


Ruge furioso el viento en el fondo del cañón,
dando su trazo en negativo al atardecer.
El bramido rasga el tempo del modelado final.
Acordes acordados, cuelgan las notas en el lienzo definitivo.
Esther Ferrer Molinero

DIOSES Y MONSTRUOS (La oportunidad)


La enferma sufre, le falta el soplo, no puede soñar.
Llora su arpa una melodía triste de lágrimas niñas.
Sus alas de cera, abanican las llamas del infierno.
Ojos vidriosos se sumergen en aguas profundas.

Destrucción y cuervos aniquiladores sobrevuelan el nido.
Plagas postreras, ruinas de templos caídos, se desmoronan.
Anhelos resquebrajando velos, civilizaciones perdidas.
Crujen las entrañas, gusanos insanos y vísceras pútridas.

Valkirias mudas flotan en sus cabalgaduras definitivas.
Los dioses devoran a sus hijos en una comida frugal.
Deseos se levantan de sus tumbas, deambulan sin cabezas.
El ojo maligno muere durmiendo. Muertos, mueren, soñando.

Extinta por dentro, la musa enferma cesa su aliento, gélido.
La musa gime, lucha encarnizada, sus brasas enamoradas, huyen.
El viento esparce sus cenizas, huracanes del desierto.
Siendo cadáver, la pálida, emana inciensos cientos.

Madejas en la cabeza, aves con luces revolotean. Hiperactivas.
Las cuerdas no penden de un hilo, cuelgan muertos yertos.
Requiem de malditos, requiem de caídos, suenan.
El ojo maligno muere durmiendo. Muertos, mueren, soñando.

Esther Ferrer Molinero.

17/5/09

La musa enferma (la oportunidad)


Transitando en el destierro pedregoso, el caballero errante, lira.
La musa enferma, asonante esquiva, sopla su pelo enredado.
Peinan sus cuerdas púas de viento, notas acordadas, cuelgan tiempos.
Tristes filamentos ondulan tenues. Enredadera anárquica, flota.

La musa sufre suspendida, no está cuerda. ¿De locura muerta?
Son dolencias del alma, padece melancolía, de ignorarla.

El caballero acorazado cabalga en la nube empolvada, nunca se posa.
El equino alado, despega-pegaso. Su escudero, fiel armero, reposa.
Valkirias alineadas, rasgan afinadas, desenlace hilvanado.
Hilos musicales, melodías leves. Los asonantes se acompasan.

El caballero alado remonta el vuelo, caballerías perdidas, trovan.
En el desfiladero, la musa pálida, se posa. Siempre reposa.
La enferma despliega sus alas contraídas. Colores, tonos triunfantes.
La musa enferma, ha concertado, ella se posa, ella es mariposa.

Aguardando en el desierto, soplando el viento.
Esperando solapada, enzarzada, en las cuerdas de su pelo enredada.
Acordada silenciosa, suena sutil, una melodía pretenciosa.
Esther Ferrer Molinero.

10/5/09

Atrapada en el laberinto (La oportunidad)


Lanzas afiladas traspasan punzantes el centro del dolor,
cuchillos sangrantes, miradas esquivas, espejos rotos.
El guerrero acorazado concede incursiones razzias.
La oportunidad sigilosa merodea con alas contenidas.

Te pienso en mis sueños, nunca percibes, nunca reparas.
Suspiro de ilusiones proyectadas en un lapso imaginario.
Cuando sueño, te deslizas por el hueco borrador.
Cajas negras escondidas en silos, acumulan truenos.

La evadida silenciosa irrumpe con su ejército colonizador.
Sensaciones encontradas, hormigueo constante, venas latentes.
Siento, respiro, pierdo consistencia y me recompongo.
Concentrada evaporada, comprimida en aire, vuelo.

El caballero errante de la noche oscura, no descansa.
Te he contemplado al otro lado del abismo, en silencio.
Te sueño cuando pienso, siempre percibo, siempre reparo.
Atrapada en el laberinto, atrapado el sueño, soñando.


Esther Ferrer Molinero.