29/7/12

SOPLO*


La vida,
no construía prioridades
ni diques contrafuertes
ante el dolor.
El agua parloteaba,
bulliciosa,
en acequias sin caudales.
Su cauce era enredadera
de lugares comunes
y paisajes sombríos.
La tristeza,
lo inundaba todo.

El murmullo,
esperaba al que no regresa
y enmudecía, 
ante el que querría volver.
El agua mansa

desperezó su ruido efervescente
para no decir nada.
El  temporal de las profundidades
ahogó gritos en papel mojado.
Tragar saliva

y nunca quedar saciado.

Lo aleatorio era la opción
más salvaje de la muerte.
La tristeza,
lo inundaba todo.

Ser la travesía

tras el viaje inconcluso
activó el mecanismo de defensa
de los cuidados post_mortem.
En el refrigerio del sediento,
la madera del naufragio,
estallaba al contacto con el agua.
La soledad y sus acuíferos,
se atraían como pozos engastados.

Sus viejas manos
brotaron manantial de abrazos 
y declinaron
ancho mar.
Sus viejas manos
eran rías articuladas.
En la arena del desierto 
puja el pulgar
concediendo plasma.
César ha dictado sentencia.

Ligia claudicó.

De su mano,
emanan riachuelos de hambre
que devora la tierra horadada
de bocas.
La ría,
condena al inocente.
La tristeza,
lo inundaba todo.

Fluye
en escorrentía subterránea.
Fluye,

transitando poros,
cegando grietas,
anegando estancias.
Arrastra creencias,
indemostrables.
Azota en su vaivén 
cual tsunami.
La tristeza,
lo inundaba todo.

Supurar restos
de otras lides,
de otros mares,
era nadar cara adentro.
Navegar en tintas de ultrajar,
quizá, transitar en oleaje
de algas vivas y corajes.
Un paisaje visceral
que emborronan
ríos fríos,
congelados.

La laguna olvidada,
se ondula,

poco a poco.
La tristeza,
lo inundaba todo.

Serpentea la mar salina
de arbolados salpicaderos.

Poseidón,  
rasga telas de un sudario
prestado a Éolo
e infla la mayor.
El cielo,
tiñe esencias de humores agrios.
Desde la cúpula central,
desde lo más alto,
escucho el soplo del viento.

Me adormece.
Si escuchar es demorar el sonido
no siento su melodía.
Multiversos de aguamarinas,
palabras aturdidas,
recelosas,
que no pueden despegar.

¿Cómo puedo ayudarte,
Dios de los truenos,
si a mí no me puedo ayudar?

Lo aleatorio era la opción
más salvaje de la muerte.
La tristeza,
lo inundaba todo.

Mis pozos,
eran cuencas mojadas.
Todo,
era soplo.

ESTHER FERRER MOLINERO

26/7/12

ELLA Y ÉL



Ella,
sesgaba sus sentidos.
Ella,
hacía parcelas de nostalgia
en campos de algodón.
Ella,
pudiera ser que fuera nadie.
Ella,
soñaba con recuerdos im_plantados.

Amantes prohibidos,
en pieles transparentes.
Amantes ficticios.

Él,
siempre él,
pudiera ser que fuera otro.
Él,
¿hacia dónde?
Él,
¿hasta cuándo?
Lluvia de miradas esquivas
para olvidarlo.

Todo es irreal en este encuentro,

todo.
Un recuerdo que flota embriagador.
Quizás, nunca existió.
Momento fragante,
como el vino dulce.
Sueño.

Siempre lo mismo:
El recuerdo,
El vino,
El dulzor.

Nunca se tocaron.
Un instante, al menos.
Quizá, nunca sucedió.
Fruto salvaje.
Sueño.

Ella,
respiración asistida.
Él,
misterio inquietante.
Él era tierra y ella aire.
Suspensión quebrada
a contratiempo.

Él,
soplo sensible.
Ella,
luciérnaga.
Él era tierra y ella aire.
Ella nunca recaló en su mirada.
Él,
tal vez,

la ignoró.



ESTHER FERRER MOLINERO

25/7/12

QUINTANA DE VIVOS, BATALLÓN DE MUERTOS



Se sentó en la Quintana de vivos
y muertas la ganas de morir,
transmutó idealismo en pensamiento.
No acudió, Nivola, al encuentro.
Se refugió tras el ala 
de un voladizo.

El hueco,
ocupaba un espacio irrespirable,
intransitable, para un vivo.
La frustración
no encontró profundidad
ni asiento.

Todo era sueño
porque la vida,
ahuyentaba su suerte,
a cada paso.

La estudiantina
no prestó aliento.
El coro de vivos soñaba,
en la orquesta de la Musa.
Como pianista,
desafinaba.
[Desenfocó su historia].

Soñó que soñaba lo real;
tal vez, lo real, era incierto.
Finalmente, se esfumó.
Todo era sueño.
Nunca lidió en guerras ajenas.

Buscaba la metáfora y erraba.
La soledad
vivía en heterónimo
y se hacía pasar por aprendiz.
Todo era sueño.
¡Ay, si el marqués de Santa Cruz
la tachase como hija de Minerva y Marte!

Al terminar la guerra,
se enclaustró en un convento.
Huyendo del sol
se lamentaba tras el muro.
La barrera dividía los dos mundos:
el terrenal y el milagroso.
Todo era sueño.

Tras la reja de espinas,
de_lira.
En la sombra de la cruz,
flores en honor al Batallón.
Todo era sueño.


Todo era sueño
porque la vida,
ahuyentaba su suerte,
a cada paso.

ESTHER FERRER MOLINERO

17/7/12

FUNDIDOS EN BLANCO Y NEGRO




Fundido en negro.

Acuarela sin color que se derrama.
Goteo consistente de puntos infinitos
que la mancha extiende.
Marabunta de humanos.
La vida ya no es frontera natural
que demarca el río.
Los seres queridos se aman,
afilan lápices y carboncillos
para esbozar una boda.
Píramo y Tisbe,
los amantes prohibidos,
se visitan en la grieta del cauce.
Su rito, gira,
rodeando sus cabezas. 
A seis grados de distancia,
navega la vida hostil.
Danza triste.

[Acrílico estampado en la sábana suicida.
El puntillismo conduce al ciego abismo.
La Justicia se cubre con su peplo antifaz.]


La mancha blanca,
ilumina la escena
y reverbera en el día.
Una not__a
que gote__a
donde mor__a
la more__ra.
 



Se pliega el tiempo
y lo negro se mezcla
pervirtiendo lo blanco.
Mestizaje de cadáveres.

El horizonte
hunde la línea
de puntos suspensivos.
Formando la mancha humana.
En la lejanía,
se percibe el ojo de la muerte.
En la orilla,
fluye la vida.
Los seres, agolpados,
se precipitan,
quedan supendidos a la espera.
Mañana,
quizá,
mañana.

La marcha nupcial
marca el paso.


No cruzar
y no mirar al otro lado,
no tocar
la carne desmembrada.
No saciar
sus labios en mis labios.


Allí, donde avanza el horizonte,
arraiga la frontera.
Allí, donde enreda,
disputan la vida y la muerte.
Punto de fuga en sucio blanco,
perspectiva,
de la herida.

Suena un disparo
y el aguafuerte se disuelve.
Un disparo suena,
oscuro y limpio.
la mancha se extiende
desde el punto de mira,
hasta la muerte.

Se encasquilla la vida.

Diana cazadora
difumina la escena.
Cacería de corderos degollados.

Rajo un trapo,
limpio la herida.
Y, mojado en sangre,
emborrono de dolor.
Resquebrajo,
la venda de Justicia.
La hago trizas.
Es el velo del dolor.
Lavo mi estandarte.

Con-fusión en el río.
Murmullo del agua.
Ahogo desolado.
Nada.

Sonido,
blanco y negro,
blanco.
Fundido en negro.
Blanco.


ESTHER FERRER MOLINERO
 
[Inspirado en la escena de la boda de la película de T. Angelopoulos.
'The Suspended Step Of THe Stork' (1991)]

8/7/12

LA NANA DE LOS SUEÑOS


En la laguna,
olvidada,
danzaba la luna.
La niebla,

triste,
difuminba destellos.

Siete velos,

siete,
cubrían su cara.
Antifaz de sueños.

Siete versos,

siete,
sellaban
las puertas del alma.
Candados sin dueño,
barrotes y lanzas.

Entre algodones,
sonaba una nana:
Nana nanaina,
Nanaina, nana.
Hilvanaba la niña,
bordaba en sueños:
Nana nanaina,
Nanaina, nana.

La blanca siesta,
una voz rasgada.
Desencanto y llanto.


Hilvanaba la niña,

sueños filigrana:
Nana nanaina,
Nanaina, nana.

Suspiré,
los aires del querer.
Sentí la punzada,
me equivoqué.

Entre algodones
sonaba una nana:
Nana nanaina,
Nanaina, nana.

ESTHER FERRER MOLINERO