Sé en qué barco navego
y nunca sucumbiré a la deriva
de la ideología reaccionaria.
La deriva,
no pretende descubrir pabellones dorados
ni mastabas.
Para muestra un timón a la izquierda
si estás asida muy fuerte.
Y, caminando, se teje el destino.
En el mar arbolado de las piedras importadas,
se levantan moradas.
Los cercos que las separan
son barreras arquitectónicas.
Simulacro lineal de la concha peregrina
que no emana fuente alguna.
Allí asoman lomas de montaña mágica.
De ese lugar, Mahoma, renegó.
Sinuosas piedras de forma almendrada.
¿Piedras de Santiago?
¿Círculo lítico, Stonehengen de Galos?
En su umbral,
no existe voluntad de hierro,
ni Bilbos titanes ni barcos fantasmas
ni titiriteros
de rías plomizas
de rías plomizas
y dragas.
No se puede sostener.
Tampoco, la lluvia de ideas
de comisiones y sabios
o la conjura de necios,
los despilfarros
y sus descalabros.
No obstante,
racionalismo
y a contracorriente:
y a contracorriente:
serendipia!!!
ESTHER FERRER MOLINERO
Foto: Basilisco.