1/9/17

ANNABEL LEE*


ANNABEL LEE *

Poema publicado por Esther Ferrer Molinero en este blog el 6/12/ 15

ESTHER FERRER MOLINERO

ANNA LEE
[Los horrores de la guerra
No a la muerte, no a la guerra]

AÑORO

Mi vida es un reflejo de ansiedades,
no puedo comprender
al par que me acuchilla.
Transito,
sin vomitar en cuencos de dolor.
Recojo los pedazos del después.
Los huesos esqueletos,
son fósiles de un día.
No quiero los abrazos del rechazo.
Una frialdad que oscila.
No puedo escuchar oleajes sombríos
ni murmullos que arrullan tempestades.
Añoro las fresas y las letras
vestigios del duelo infinito.
Te añoro a tí, poema y llanto,
te añoro tanto...

CORO
OTOÑO

Y tú resbalas por mis cosas
teniendo dónde asirte.
Lánguido, sin artificio,
con tus rugosidades.
Y tú resbalas por mis cosas
porque los labios huelen
a nectarina roja y azahar
en las conservas.
Y me endulzas con melaza
y existo en mis cuadernos
en proceso larvario.
Cuadernos apilados
de hojas macilentas.
Poemas voladores
que oxigenan las venas.
Letras vivas que respiran.
Existo porque soy tan fuerte...
Y tú resbalas por mis cosas
y me impregnas de libertad
y me coloco en las fronteras
gritando por sujetos
y me contemplas extrañado.
Y tú resbalas por mis cosas
inmóvil, atemperada
por el viento recogido.
Erguida como estela.
Susurro tu nombre
antes de invernar:
Otoño, has llegado
bajo mi pecho adherido
al costado del dolor.
Y traspasas mis murallas
con tu calma medida
y derrites los escudos,
y perforas el impar.
Y tú resbalas por mis cosas,
Otoño
y tú resbalas por mis cosas.

ANNA LEE

En el proceso de ignorarnos
la elipsis era innecesaria.
Tenía la costumbre de escuchar
su voz profunda
sumergida en licor amargo.
Fumaba con sosiego y deleite
como los tiesos galanes
del cine negro americano.
Portaba una presencia angulosa
y opacos lentes, sucios.
La imagen era borrosa,
desteñida por el dorso
y en tres dimensiones.
Contemplaba el reflejo,
entre bambalinas,
cuando descubrí
aquel talento de las tablas.
Como un eco lejano y recurrente
me envolvió
y salí a su encuentro.
Al rato, estaba imbuída por la magia.
Entonces, comprendí
que vivía dentro de la obra
y no era más
que una espontanea.

ANNA LEE 0
REFUGIO

Mañana tendré
la forma de encontrarte
la estoy calculando
con cuentas de café.
Todas las tazas
tienen el dibujo sombrío
de un pozo de pupilas
esbozando granos.
Los toco suavemente
y pienso en los altramuces
de la guerra.
Disparos de fondo
en tímpanos perforados
acribillan los sonidos.
No tenemos qué comer,
por eso, me guío
con la brújula imprecisa.
Nuestras piernas entumecidas
caminan sin zapatos,
vagan haciendo círculos.
Cuando lleguemos
al campo
empezará la mentira de ignorarnos.
Mañana tomaremos el tren
destino libertad,
parada en los brazos
de la madre de acogida.
Tengo la sonrisa descolgada
mañana, comeré un plato caliente.
Quiero que el mañana no se enfríe.

CORO
Me levanté una mañana de otoño
con el viento del norte
golpeando el cristal.
Arañaban mi ventana
algunas ramas.
El movimiento se desperezaba
despojando una parte de mí
quitando la seda de los días.
Lentamente, una gota diluida
resbalaba por la frente.
Comprendí que ya no me importaba.
Nunca sabrán
el daño que enquistaron
las bestias que se mofan en las sombras.
Ahora soplan vientos pausados
que arrastran los arrullos
y los cursos de la vida.
Ahora llega el tiempo de estar mejor.

ANNA LEE I

Mañana seguirá siendo hoy.
Otra vez quiero quererte.
Quiero quererte, sin perder,
sin lloros largos ni ausencia.
En mi crisis, la ansiedad no respira,
se pinta morada la boca de mascarilla.
Quiero quererte y pierdo los sentidos.
No tengo razones para soñar.
No te quiero, ya no me importas
sólo un segundo, perdido.
No puedo evitarlo,
huí.
Creí verte un día, en medio del jardín.
Después, todas las flores se marchitaron.
Se distanciaron las manecillas de Kronos
poco a poco,
sin mirarse los días.

No te encuentro, eso es todo.

ANNA LEE II

Todos los aires de incomprensión
soplaban a su favor.
Todos las guerras
atronaban en sus oídos
con trombones y violines estrangulados.
Todas las voces semejaban chillidos.
Desde la Primavera
la artillería surcaba cielos de metralla
y conseguía una plaza rota.
Todas las mariposas eran libélulas
y todos los tanques tocaban a muerto.
Uno, tres, veinticinco...
Todas las mujeres sujetaban fusiles
para matar a sus violadores.
Todas las mujeres soñaban
ajusticiar heridas y quemaduras.
Todas las mujeres eran héroes.
Y todas las canciones sonaban
una y otra vez,
en las viejas gramolas desgastadas.
Todas las guerrillas dormían en paz.
Las resistentes
emergíamos de escombros
mientras caían las calles,
en los escenarios de la ruina.
Y todas las guerrillas despertaron.

Era el tiempo de la siega
y la parca llegaba a su fín.

ANNA LEE III

Anna resucitó de un profundo sueño,
habían pasado cientos de años
y seguía siendo hermosa.
Una muerte incierta la rodeaba.
Todos honraron su cadáver,
nunca murió prematuramente
entre tintas adversas.
Poe la devolvió a la vida
en su fantasía
antes de morir
y ella, se rebeló insurgente
en una tierra junto al mar.

CORO

Insoportable maldad enquistada.
Odio carroñero transido de rabia.
Alguien pretende a la muerte fría.
Son arrastrados y apilados
en tumbas mortuorias.
Enterramientos del dolor.
Deceso físico, fallecimiento.
Cadáver desmembrado.
Huesos y dolinas,
velos del terror.

No descansan en paz.

ANNA LEE IV

No podía negarlo, lo quería.
A pesar de que no me importaba nada,
a pesar del desgarro y la herida.
A pesar de la crueldad.
Lo apreciaba como ficción creada.
Algo literario.
Nada.

ANNA LEE V

Y esa muerte inoportuna
era ficción literaria.
Nunca pretendió trascender
en sus cuadernos yertos.
Ningún desgarro de él
merecía la suerte de ella.
Anna desconoció
sus almas dolientes.
Sufrió sin saber.
Desconsolada cría,
insomne y desgraciada,
quiere dormir para siempre.

ANNA LEE VI

Nada en mi arrebato muta,
todo permanece en la ruina.
Mi vida es tristeza,
y desconsuelo.
Me muero
todos los días un poco.
Soy una niña infeliz.
Quiero irme.
Ojalá mañana sea tarde.

ANNA LEE VII

No podía soportar
a los fingidos actores.
No quería.
Que el cielo conjurase
era obra de necios risueños.
Cataclismo, meteoritos
y alunizajes sorpresivos
en campos de minas.
Tú odias
y yo no puedo olvidar
tanto dolor.

ANNA LEE VIII

Te sueño
ni lo sabes ni lo sé.
Eres pesadilla recurrente.
Estoy eternamente sola.
Me perdí.
Vago cadáver
en el poema de Edgar.
Soy Anna, Anna Lee.

OTOÑO II
ANNA LEE IX

El desconsuelo entristece el paisaje.
La danza de artificio
se  agota irrespirable.
Antes de morir,
los disparos silban sin retroceso.
Todo se tiñe de malva inanimado.
Las camisas blancas
se empapan
en sangre cálida y espesa.
La memoria se nubla
y se agolpa en la retina.
Las cortinas se corren y descorren
como veladuras sucesivas.
Es el tiempo de morir.
Antes de huír,
los enamorados beben licor
y se regalan palabras empastadas.
Sus bocas tejen las caricias.
Después de la tormenta,
el caos se destapa
en sinfonía inacabada.
Se escucha el desconcierto
de órganos vitales.
Las violetas amarillean
y los claveles trenzados
se retuercen en picado
como dagas heridas.
El otoño de la incomprensión
trae a sus bocas fresas salvajes.
Es el tiempo de la lluvia.

Quiero que vuelva el verano.

VOZ TRAGEDIA
ODIO AL POETA

Y te odiaba
como agonía.
Iracunda perseverancia,
insana dedicación.
Artificiosa,
insaciable con ganas.
Y te maldije
cuando el pretérito
alumbró desconcierto.

Y te odié...
Ya no te odio.

OTOÑO III

Soy la fragilidad sonora
que estalla en la garganta
antes del grito.
Soy espeluznante y grotesca.
La víscera que se conmueve
y contrae.
He venido a robarte el alma
a tratarte como a un niño.
A suplicar campanillas
en las bocas.
Quiero retorcer el duelo
de la noche,
complicar la madrugada
inapetente,
hartarme de babas
y soñar con llamas.
Me llevo tu cara de vivo,
tus aires de mendigo
y mi necesidad.

ANNA LEE X

Mi vida es un tránsito
hacia el desconsuelo.
¡Déjenme morir!
Deposítenme
en el contenedor,
mi caja fúnebre.
Gracias.

CRÓNICA

Esto era lo que deseaban
aquellos que me odiaban.
Pegarme un tiro en la nuca
sin haber causado agravio.
Nunca dañé a nadie,
pero me mataron al alba.
No me querían
ni en sus cabezas
ni en sus entrañas.
Si supieseis el dolor
el duelo innecesario
que me causa
esta persecución
sin lógica ni arbitrio.
Esta cuchilla de sangre
que derrama.
No puedo callarlo.
No quiero llorar.
Mis lágrimas
son cuencas secas
sin ojos
y no hay día
que no busque su reflejo.
Lagunas y cerrojos
que debo recordar.
Ausencias, enojos
y un reino junto al mar.
Aquí yace la hermosa,
la prematura muerta,
en un reino junto al mar
República poética.
...
Crónicas de una muerte
imaginaria.


ANNA LEE XI

Y estoy desauciada y enferma
por esos sangrados
que se aferran a las bocas.
Terminal en llantos y agonías.
Aguardo a que sequen
algodones y vendas tibias.
El campo de batalla
arroja saldo negativo
en los infiernos de la guerra.
Ya no veo tus ojos
en cuencas lagunas
ni escalpelos
en bandejas de plata
de insanos cobertores.
Compañero,
necesito extirpar tejido muerto
en las entrañas.
El hedor se hace dulzón
y no dejo de sangrar.
Se agolpan las letras
en códigos de barras.
Me desvanezco al respirar
y observo mi costado.
Me han trasplantado el dolor
y eliminado el impar.
Ahora ya no siento.

*Ficción literaria que no se refiere a una persona, es una ambientación o recreación sobre Annabel Lee una niña supuestamente asesinada en la guerra. Una muerte prematura e innecesaria. No es un efecto colateral, es un daño integral.



Esther Ferrer Molinero