4/2/18

DUELO


¿Quieres que desnude las entrañas, carcelero?
Apaciguar el dolor de tu sangre redimida
con mi suerte.
¿Quieres ser la herida que desgarra
el desespero y la guadaña?
Clavas tu bandera lentamente,
punzando la agonía.
El grito no se escucha
mitigado por la lápida.
Restriegas el hollín de la batalla,
con manos temblorosas,
sobre mis pechos hundidos.
Tus ojos son de odio, inquisidores.
Recorres mi cuerpo amoratado
y sucio.
Manoseas mi alma.
Me señalas con el dedo acusador.
¿Deseas mi muerte, amor?

Esther.