26/5/15

SIN TÍTULO


RELATO

 

El frío invierno se había instalado en sus vidas. Ya no dormían juntos. Atrás quedaban camas en estado efervescente con cráteres bulliciosos. Ahora soñaban dormidas dos islas separadas por la asfixia.

Ella se acostó pronto y se durmió. Cantaba un pajarillo, en la ventana, una melodía primaveral para avanzar su llegada. Cantaba cada vez más alto y ella se levantó para acallarlo. Era una noche de espejos rotos y discusiones mudas.  Aquellas en las que se dice lo siento con una mirada telúrica. Se dirigió hacia el ventanal y al intentar adherir el fragmento de papel que se despegaba cuando la herida afloraba, descubrió una biblioteca incrustada en la pared. Parecía una biblioteca antigua, con múltiples cajitas “matrioska”. Una de corredores interminables desplazados por escaleras de rieles. En cada estante, un lector reflejo con novedades bibliográficas y ritmos “Doo Woo” recitativos. En la sección de autoayuda flotaba un libro titulado ‘Tres Cosas Para Ayudarte A Ti Mismo’.

Él acababa de dormirse, siempre se acostaba tarde, el trabajo lo devoraba, cada día. Tuvo su peor pesadilla aquella noche: Soñó con todos los monstruos de la infancia. El excesivo proteccionismo materno, la inseguridad, el miedo a ser lo que uno es, el miedo a triunfar o fracasar. En un momento frustrado del sueño se encontró en una librería de viejo. Una de corredores interminables desplazados por escaleras de rieles. Esa misma. En la sección de autoayuda flotaba un libro titulado ‘Tres Cosas Para Ayudarte A Ti Mismo’.

Ella abrió el libro por la página nueve y él por la diez. En la nueve ella leyó con interés y en negrita: “Es esencial comunicar lo que uno desea al otro.” En la diez él comprendió al leer: “Será imprescindible escuchar al otro.” Ambos cerraron el libro e intentaron encuadrar el entorno, entendieron que cualquier eventualidad puede ser favorable o contraria dependiendo de interpretaciones.

Al día siguiente, lucía el sol y la primavera se había instalado. Sonó el despertador como todos los días del año, pero algo había cambiado.  Él se volvió hacia ella y se fundieron en un beso interminable. Mientras, ambos recordaron el sueño del día anterior y, sobre todo, las palabras finales de un libro de autoayuda flotante:

“Lo importante es querer”.

 

ESTHER FERRER MOLINERO

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GUILLOTINADO EXPRÉS!!!
Cuchillos afilados, cuchillos sangrantes...
rodarán cabezas... ¡Qué le corten la cabeza!