Lunes, 2 de marzo, de 2015
‘BIRDMAN’
(Alejandro González Iñárritu, 2014). Comedia negra que traza una línea difusa
entre los vericuetos del teatro y los tránsitos de la vida en perfecta analogía.
‘Birdman’ es la trama de un teatro construido a la medida de la representación
real o, lo que es lo mismo, de la desmesura del hombre pájaro. Alucinación y verdad
en escena se entremezclan confiriendo el elemento fantástico para dar vida al
alter ego de Riggan Thomson -actor protagonista
de una obra adaptada de Raymond Carver, encarnado por un Michael Keaton apoteósico- un
héroe apocalíptico que forma parte de la propia psicopatía del personaje en lucha
interior. Sorprende Keaton al prestar su
complicidad en un guiño irónico a su propia memoria cinematográfica (‘Batman’,
‘Batman Return’).
Birdman es el renacer de lo grotesco: La Gárgola. La parodia de una parodia de sí misma en estado de gracia y en múltiples pre_estrenos que se entrelazan para recuperar la linealidad del texto dentro del texto. El intento por recuperar el status tragicómico de Riggan Thomson va más allá de lo real para trascender la invisibilidad del espíritu que alza el vuelo. El arquetipo de Riggan se diseña como el de una celebridad de T.v. Movies que lucha por abrazar la cordura, la singularización y el reconocimiento ante el gremio actoral que tiende al encasillamiento. El contrapunto del antihéroe se consigue con la soberbia actuación del Edward Thorton que encarna la verdad relativa en escena. El desenlace pretende la suspensión de la credibilidad y la ruptura narrativa. La fatalidad determinista, in extremis, será recuperar a su familia o, en su defecto, la confianza sino la credibilidad del espectador. Cuenta con una tríada de heroínas que componen el elenco teatral y familiar: La novia, Andrea Riseborough, la ex mujer, Amy Ryan y la hija rebelde interpretada por una enorme Enma Stone.
Un aspecto relevante de la construcción técnica es el uso del plano secuencia que, en mi opinión, cierra círculos inconexos magistralmente. Se pueden observar hilvanes en los entresijos de la grieta narrativa, sobre todo, en el desenlace final. Todo ello sostenido por laberintos recovecos que descolocan el punto de vista del espectador como en una jam sessión jazzística. Destacable banda sonora que brilla por su percusión como un personaje teatral más.
Como cierre diré que existen muchos temas interconectados que se ensamblan cuál vidriera sin ribetes. Entre bambalinas asoman la autoafirmación, la vanidad, la relevancia ante la invisibilidad, la crítica cinematográfica, la culpa, las obsesiones que degeneran en adicciones y la verdad en escena frente a la teatralidad de la vida.
ESTHER
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GUILLOTINADO EXPRÉS!!!
Cuchillos afilados, cuchillos sangrantes...
rodarán cabezas... ¡Qué le corten la cabeza!