5/1/16

VISIBLE PARA EL INCRÉDULO


Me desperté en un domingo vacío, la luz blanquecina de la mañana me cegó por un instante. Hacía frío.

Alguien llamó con los nudillos a mi puerta de cartón, creí escuchar una música de carrusel trás la pared. Últimamente, un circo se había instalado en mi cabeza y en la soledad, un ocupa platillo sin viandas. La habitación simulaba un campo con trompetillas descarriadas sin humo.

Me calcé la sudadera roja y abrí. La sorpresa fue mayúscula, una mujer de pelo desafiante y mandilón negro se abalanzaba hacia mi con un paquete de correos a costes pagos. Me faltó un segundo para empujar la vieja puerta con la certeza de que aquello era un regalo de la providencia...

Por fín, mi sombrero para ser visible había llegado.

Esther Ferrer Molinero.

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GUILLOTINADO EXPRÉS!!!
Cuchillos afilados, cuchillos sangrantes...
rodarán cabezas... ¡Qué le corten la cabeza!