A LOS POETAS MALDITOS

I

¿A quién aguardáis calaveras apiladas 
tras el camposanto?
Rodarán cabezas guillotinas en la metáfora 
y las cuchillas del suicidio atroz, 
serán anestesiadas por silencio.
¿Aguardáis a que ocupe nicho 
este cadáver desmembrado? 
Un nicho profundo de alquiler 
como el vientre yermo y vacío.
Aguardaré hasta que la última luna 
se tiña de sangre y, después, 
expiraré en un suspiro de tempestad. 
Abandonaré este infierno maldito 
y dejaré mis últimos versos anudados a mi boca 
gritando en gargantas acantiladas. 
Gritando libertad.

II

Y me seguiré riendo de tí,
mientras viva, asquerosa muerte.
Esquiva, humorosa y descompuesta.
¡No te tengo miedo, huesuda!
No tienes dignidad,
eres el despojo sin humanidad.
¿Por qué me tienes pánico?
Ven y jugaremos una partida
para abrir el séptimo sello.

III

¿Y tú quién eres inmunda muerte 
para hacer vaticinios desnortados?
¿Crees tener la dirección de los pasos?
Enfréntate a mí, cobarde y asesina.
Yo gano cada día en mi lucha por la igualdad.
¿Acaso te crees poseedora de la verdad?
Tan sólo eres una vieja parca, 
miserable y raída por la peste.
Te odio y no me mires más, 
nauseabunda muerte. 
No pongas un "no" traicionero 
a tus espaldas. 
La vida va conmigo y tú me espantas. 

IV

Descansa, sólo me interesa él,
el valor del que es más humano.
El bien que no habita en el maldito.
El error que te hace mundano.
Abandona, pálida muerte,
estás desfasada.
¡Húndete en tu cráneo fragmentado!
¡Libérate y descansa!

ESTHER FERRER MOLINERO