15/2/09

IMAGINARIUM KLAUS Nº 3 (Novela por entregas)




-Llegas tarde, Klaus, a contratiempo… y como una exhalación extratropical…- comenta la abogada defensora introduciendo a Klaus de un empujón en la sala.




Klaus, avergonzado, masculló una excusa hacia el cuello de su camisa colocándose la corbata. De camino al juzgado le hubiese gustado ser Houdini al escuchar las infamias de una mujer que gritaba:




-Asesino, bastardo…– el alemán, que esquivó todos los puñales, notó como se arremolinaba un torbellino en su interior apaciguándose poco a poco. 




En el exterior crecía el desconcierto y el volumen de las acusaciones. El juez acababa de irrumpir en los pasillos para pedir silencio, acto seguido, los periodistas y familiares que esperaban fuera bajaban el sonido de sus reivindicaciones. Dentro, en la sala, el coro testifical rompía el silencio.


Eran las diez y media según dictaminaba la Berenguela desde su torre y se abrían, por tercera vez, las puertas de la sala. Un silencio admirativo se apoderaba de la estancia mientras entraba Marlene Dupont. Marlene era una estrella de la 'Chansón francesa', intérprete de voz edulcorada que caminaba con un contoneo elegante y sinuoso. Marlene parecía un interrogante enfatizado y la cantante principal de un cabaret berlinés que giraba aquellos días por las ciudades más importantes de Galicia. Tras una cortina tupida de maquillaje se mostraba una niña maltratada por la vida durante muchos años. La fuerza de su carácter la había convertido en un muro impenetrable y a la vez seductor.
Marlene era, también, la testigo de cargo de un crimen, la testigo principal de la acusación en el presunto asesinato de Max Whinkel, el hermano de Klaus. Un carácter ciclónico, como el de Klaus, derribando un muro infranqueable sería una buena aleación que provocaría intensas turbulencias y no precisamente atmosféricas. Ella era, sin duda, la portadora del informe desfavorable y la última noche que habían compartido en su casa le había proporcionado la clave para iluminar esa parte de la escena del crimen que permanecía en la sombra.


El juez, después de tomar declaraciones a todos los testigos, dictó auto de procesamiento contra Klaus Whinkel en base a los indicios racionales de criminalidad que lo señalaban como autor material del asesinato de Max. Klaus quedaba, así, en libertad con cargos y sin fianza, ya que el juez estimaba que no existía riesgo de fuga.


El imputado y la testigo cruzaron las miradas al salir de la sala y notaron como la ira fragmentaba sus especulaciones.


Ella le susurró suavemente con voz rasgada -Me has juzgado sin conocerme…- sin poder enfocar con claridad sus ojos.


A lo que Klaus respondió -No he podido evitarlo, mis prejuicios son ahora tu perdición… este juicio falso nunca se celebrará. – añadió, Klaus, mal herido.


Marlene respondió -Tus dudas son razonables pero no esclarecen nada, desata la venda de tus ojos y obsérvate. No has matado a tu hermano. Saldrás airoso. – comentó desafiante subiendo su orgullo diez centímetros por encima del listón.


Klaus, dolido, asestó -Quítate la venda de la cara y admite que eres un ser humano. - hundiendo su puñal en la herida y dejándola moribunda.


En ese momento certero las lesiones de la cara de Marlene se hicieron visibles y ante los ojos atónitos de Klaus cicatrizaron para siempre… CONTINUARÁ…

Copyright 2009: Esther Ferrer Molinero.

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GUILLOTINADO EXPRÉS!!!
Cuchillos afilados, cuchillos sangrantes...
rodarán cabezas... ¡Qué le corten la cabeza!